martes, 8 de mayo de 2012

Estereotipos de Género

A continuación, se presentan algunas afirmaciones en torno a lo masculino y lo femenino; al hecho de ser mujer y varón en nuestra sociedad. La consigna consiste en analizar estas frases, examinando su adecuación [o no] en la vida personal y de su círculo familiar-social, así como el impacto que estas afirmaciones producen en la subjetividad y en la vida social de varones y mujeres.
El varón debe ser el proveedor del sustento familiar, el que aporta los recursos para que la familia exista; mientras que la mujer debe encargarse de la esfera doméstica, que incluye las tareas del hogar, la crianza de los hijos y el cuidado/atención del marido.
Las mujeres son por naturaleza más sensibles, soñadoras, afectivas, sentimentales y tiernas que los hombres. Por su parte, los hombres naturalmente son más fuertes, rudos y desapegados que las mujeres.
Por sus cualidades y atributos, los hombres son más eficientes en los puestos de dirección y liderazgo. Al contrario, las mujeres – por ser más empáticas y sensibles – son más hábiles en los puestos de trabajo que implican el cuidado de otros/as: maestras, enfermeras, psicólogas, etc.
A las mujeres, el instinto maternal les permite adquirir las destrezas y habilidades innatas a su condición de ser madres. La madre posee un saber-hacer instintivo que le permite entender mejor que nadie lo que su hijo necesita.
Los varones son menos habilidosos para la crianza de los/as hijos/as, porque no tienen la capacidad de darse cuenta de sus necesidades, y porque son más distantes y fríos en las relaciones interpersonales. 
Las mujeres desean más que los hombres casarse y tener hijos. De hecho, la esencia de la mujer es ser madre. Si no lo logran, se sienten frustradas en su realización personal. En cambio, los hombres priorizan su carrera profesional antes que la conformación de una familia.
En cuanto a la vivencia de la sexualidad, las mujeres son más moderadas en su deseo sexual, se estimulan muy lentamente y en un marco de cariño, delicadeza y suavidad. Mientras que el impulso sexual masculino es intenso e incontrolable, y los varones pueden disociar más fácilmente la satisfacción sexual de la relación de amor.

Deconstruir los estereotipos de género
Los estereotipos de género, esas imágenes estáticas que se delinean con atributos universales para lo femenino y lo masculino y que pretenden pasar por naturales, están fuertemente cuestionados sobre todo por la presión del feminismo durante los últimos cincuenta años. Sin embargo, su supervivencia queda amparada en terrenos privados, a veces invisibles, como las relaciones amorosas, familiares, la educación en la edad temprana, las relaciones laborales y, por supuesto, en las instituciones cerradas que se pretenden impermeables a los cambios sociales.
Las ideas estereotipadas acerca de los atributos de varones y mujeres pueden ser riesgosas en la medida en que limitan nuestro potencial para desarrollar al máximo nuestras capacidades. Si aceptamos los estereotipos como guías para nuestro propio comportamiento, ello impedirá que determinemos nuestros propios intereses y habilidades, desanimando a los varones a que participen en actividades tradicionalmente consideradas como femeninas y llevando a las mujeres a no elegir roles tradicionalmente masculinos.

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